Un ejemplo de la locura de amor
Cuenta la gente de Nayarit, lugar
donde se ubica el conocido “Muelle de San Blas” que hace aproximadamente unos
60 años, una mujer joven de alrededor de 17 años, vivía a las orillas del
muelle y trabajaba en uno de los restaurantes para los marineros ubicado en
dicho lugar.
Un día, llego un marinero
extranjero de unos 20 años de edad, que trabaja en uno de los embarques de atún
y salmón del muelle y conoció a esta jovencita, los dos vivieron un tórrido
romance un tiempo, mientras el permaneció en el lugar, antes de zarpar hacia su
viaje rumbo al norte de las aguas del pacifico.
El marinero prometió a la joven
volver un día y casarse con ella. Ella bañada en lagrimas le juro por el mar
que lo esperaría para casarse, ya que era su primer amor y estaba
verdaderamente loca por el, por lo cual, cada domingo acudía al muelle de San
Blas a esperarlo… pero su espera parecía ser eterna, ya que ningún barco a su
amor le devolvía.
Pasaron muchos años, y ella
siempre estaba en el muelle esperando muchas tardes a aquel marinero que la
había enamorado locamente y que iba a regresar por ella para casarse. Pero esas
esperas no fueron en balde, ya que la tristeza, la desesperación, la nostalgia
y la soledad la fueron atrapando hasta el punto de enloquecerla… tanto fue así,
que empezó a acudir al muelle vestida de novia y con un ramo de flores en las
manos para esperar a su amado… mucha gente la veía y le llamaba la atención
verla así, algunos la ignoraban, pero no falto el atrevido que le preguntara
que porque estaba vestida de novia, a lo que ella respondía: “ Mi amado
llega mañana y llega por el muelle…Yo le prometí esperarlo...... esperarlo con
éste vestido, así me reconocerá”…. Y así fue como a partir de aquel
entonces cada domingo se le veía aquella mujercita que con el paso de los años
y como el tiempo no perdona, su pelo ya era blanco, su piel ya estaba
endurecida y reseca por el sol, sus manos tenían marcas, ella ya había
envejecido junto al mar y la gente la empezó a llamar “La loca del Muelle de
San Blas”.
Dicen que su casa, que se encontraba
arriba de unas rocas junto al muelle, estaba llena de fotos de aquel marinero
desaparecido, así como también conservaba parte de su vestimenta de novia, una
Biblia, un rosario y todo lo que ocuparía para la boda que soñó junto a aquel
amor que la trastornó.
Un día, la gente al verla sola y
llorar junto al muelle, pensaron que seria mejor que estuviera en un hospital
para enfermos mentales, para que pudiera mitigar su dolor al salir de su
locura, y así fue como una tarde del mes de abril, varias personas con trajes
de médicos llegaron al muelle para trasladarla al manicomio, pero ella no lo
permitió, alegando que ella pertenecía al mar, que su cuerpo y alma estaba
enraizados en el mar y que nunca se separaría de el, porque ahí llegaría su
amor por ella algún día y no se cansaría de esperarlo.
Nunca se supo si el marinero
realmente la abandonó o murió en unos de los viajes que hacia junto al mar.
Nadie sabe si “La loca del Muelle
de San Blas” tenía familia, amigos o alguna persona que se hiciera cargo de
ella… nunca nadie tampoco supo como se llamaba. Se ganaba la vida barriendo las
calles y pidiendo monedas a los turistas que llegaban al muelle… dicen que a
cada persona que le daba algunas monedas les decía: “Mañana va a llegar, mi
novio llegará al muelle y nos vamos a casar”. Mucha gente no entendía de
que se trataban aquellas frases y solían ignorarlas, pero algunos otros le
preguntaban que era lo que quería decir con eso y ella les contaba toda su
historia y decía que era lo único que tenía grabado en la mente, que había
olvidado todo hasta su nombre pero que nunca olvidaría algo y que por eso lo
repetía constantemente : “Voy a esperar a mi amado, voy a cumplirle la
promesa que le hice junto al mar, llevo este vestido para que me reconozca y
aquí estaré siempre sola con mi espíritu en el Muelle de San Blas”.
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